La Revolución Humana

La Revolución Humana

La Revolución Humana interior es la transformación positiva de nuestra propia vida.
La Revolución Humana interior es la transformación positiva de nuestra propia vida.

La razón básica por la que practicamos el Budismo es para lograr la Revolución Humana. La frase «Revolución Humana» fue utilizada por primera vez por Josei Toda, segundo presidente de la Soka Gakkai, al referirse al objetivo último de la práctica del Budismo Nichiren. La Revolución Humana significa la reforma de la vida y de los modos de vivir. En el contexto de la «posesión mutua de los Diez Estados», al observar la vida de una persona durante un cierto período, permite descubrir la tendencia básica de su vida, que predomina en sus acciones físicas y mentales. La transformación de la propia vida implica un cambio en su tendencia de vida por un cierto período, o durante toda la vida. Podemos lograr esta reforma, estableciendo un Yo poderoso e independiente desde la profundidad de nuestra vida, extrayendo valor de todas las situaciones que enfrentamos.

En un sentido general, la cultura juega un papel esencial en el logro de la Revolución Humana. Es decir, que la cultura no es meramente un sistema de conocimientos y tecnología, concernientes al mundo exterior. La cultura debe proveer a las personas de una base para obtener conocimientos e ideas sobre la moral, con los cuales controlar sus deseos e impulsos.

La cultura de una sociedad forma el intelecto de la gente, su talento y su carácter moral, los guía hacia un modo de vida específicamente relacionado con la cultura. En un sentido, esa iluminación (sabiduría) de las personas es una clase de Revolución Humana. Si la moral y los modos de vida en una sociedad en particular armonizan con la situación social, las personas no considerarán opresiva a esa moral. Por el contrario, si las personas se ven forzadas en amoldarse a un patrón rígido que no se adapta a sus deseos y necesidades, se sentirán limitadas y sufrirán.

Las religiones y las culturas ayudaron al pueblo en el pasado a realizar su propio desarrollo. Sin embargo, ahora que la sociedad está tan diversificada, las religiones y culturas del pasado, se han vuelto ineficaces. El elemento que hoy se necesita para nuestra Revolución Humana es el establecimiento de un verdadero Yo, que nos permita adaptarnos a estos interminables cambios. Es necesario, por lo tanto, que no nos limitemos a nosotros mismos dentro de un cierto patrón cultural o social.

Las religiones del pasado no explicaban adecuadamente la entidad última inherente a la vida. En el Sutra del Loto, Shakyamuni dejó una clave importante para descubrir esta realidad. No obstante, aún en su tiempo no clarificó la entidad de la vida. Nichiren Daishonin fue el primero en declarar que esa entidad es Nam-myoho-rengue-kyo.

La Revolución Humana que se necesita urgentemente para cambiar nuestra sociedad actual, se basa en que cada una de las personas descubra la entidad del verdadero Yo, o Nam-myoho-rengue-kyo, dentro de las profundidades de su propia vida. Descubrirla, nos llenará de una sabiduría y una fuerza vital, que nos permitirá resolver exitosamente cualquier situación por muy adversa que ésta sea.

Este proceso de Revolución Humana, está liderado por el tercer. Presidente de la Soka Gakkai Internacional Daisaku Ikeda, quien mantiene el espíritu del primer presidente Tsunesaburo Makiguchi y del segundo presidente Sr. Josei Toda, llegando a propagar la Ley Mística a 192 países y territorios.

El presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, señala: “Hay revoluciones de toda índole: políticas, económicas, industriales, científicas, artísticas, revoluciones en la distribución y comunicación… y tantas otras. Cada una tiene su propia trascendencia y todas son necesarias, a su manera. Pero por muchas cosas que uno modifique externamente, el mundo nunca mejorará, a menos que el mismo ser humano, fuerza motriz y el impulso de cualquier empresa, siga siendo egoísta y falto de solidaridad. En ese sentido, la Revolución Humana es el más esencial de todos los cambios y, al mismo tiempo, la transformación más necesaria que hoy espera la humanidad”. Asevera que la “Gran Revolución Humana interior  de una persona, posibilita el cambio del destino de una nación, y con el tiempo, por qué no, el de toda la humanidad”. La transformación positiva de nuestra propia vida es el primer paso hacia la creación de una sociedad rebosante de humanismo, compasión y respeto a la vida.